Los cinco diferentes gobiernos de Donald Trump

Por Thomas L. Friedman | Ya deberíamos tener claro que frente a nuestros ojos se arremolinan cinco gobiernos de Trump muy distintos –la versión de Trump en el entretenimiento, la de Trump en modo limpieza o resarcimiento, la de Trump demente, la de Trump republicano y la de Trump en esencia–, que no es posible predecir cuál de ellas definirá esta presidencia y mucho menos si logrará concluirla con éxito.

“Trump Entretenimiento” ahora se hace presente todos los días en algún tipo de “hecho alternativo” escandaloso, ya sea una conferencia de prensa agresiva, un tuit en el que denuncia a los medios noticiosos por ser “enemigos del pueblo estadounidense”, o un mitin en Florida sin ninguna relación con acciones legislativas y organizado con el único propósito de exaltar al presidente y levantar su ego.

Sin embargo, el país se está haciendo adicto a “Trump Entretenimiento”. Es difícil quitarle los ojos de encima a un presidente capaz de decir cualquier cosa sobre cualquier tema. Es tan inusual como un elefante volador o un caballo parlanchín, así que no nos queda más que mirar. Pero es una pérdida de energía. Me pregunto si los chinos pasan así los días. Sospecho que instalaron otra línea del tren de alta velocidad a partir de la elección de Trump.

Los integrantes de “Trump en modo limpieza” son los adultos de su equipo que van detrás de “Trump Entretenimiento” y se dedican a “aclarar” los mensajes del presidente. Por ejemplo, el secretario de Defensa Jim Mattis tuvo que asegurar a los surcoreanos que, a pesar de las declaraciones de Trump, se respetarían los acuerdos de seguridad suscritos con ellos, además de confirmar a los iraquíes que en realidad no se pretende robar su petróleo. Otro ejemplo es la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, quien tuvo que aclarar que, a pesar de lo que dijo Trump, a su país todavía le interesa lograr que existan dos Estados para los israelíes y los palestinos.

No hay duda de que quien está a cargo de “Trump Demente” es su estratega en jefe Steve Bannon, responsable de la precipitada orden ejecutiva sobre inmigración que ocasionó el primer lío del presidente. Las tareas de Bannon incluyen: reducir la influencia global de China, la Unión Europea e Irán; lograr que Estados Unidos sea un país menos abierto a la inmigración y el comercio, un país más blanco y más nacionalista, un país que reciba la menor influencia posible de los musulmanes y el menor número posible de inmigrantes de esa religión. Con seguridad alentó a Trump cuando arremetió en contra de la comunidad de los servicios de inteligencia y los medios de comunicación con el único objetivo de socavar la credibilidad de las fuentes independientes que intentan hablar con la verdad, para que Trump pudiera inyectar su propia realidad, a través de Twitter, directamente a la clase política estadounidense.

A la cabeza de “Trump republicano” se encuentra Reince Priebus, quien representa los antiguos intereses republicanos. Sabe que Trump es una especie invasiva que tiene infestado el jardín republicano, así que “Trump republicano” solo intenta aprovechar lo que se pueda (como acabar con el Obamacare, recortar impuestos, liberalizar Wall Street, promover los combustibles fósiles y designar jueces conservadores) y esquivar las peores ideas de Trump, como su promesa de imponer restricciones al libre comercio.

Tantas noticias acerca de Trump han girado alrededor de sus invenciones en serie que nos hemos olvidado del “Trump Esencial”, que puede resumirse con la frase más cargada de verdad que ha pronunciado desde que comenzó su campaña: “Podría pararme a la mitad de la Quinta Avenida y dispararle a alguien, y no perdería ningún voto”.

Esa frase describe al “Trump Esencial”: un hombre para quien el valor más preciado es la lealtad, que piensa que sus seguidores son tan absurdamente leales que no lo condenarían por un asesinato aunque lo vieran cometerlo, que cree ser el único capaz de conseguir más empleos para la gente sencilla si aplica mano dura a las grandes empresas, y que no ha mostrado el menor interés en ganarse la confianza de los estadounidenses que no votaron por él. No incluyó a ningún demócrata en su gabinete y, como hizo evidente su mitin en Florida, solo le interesa ser el presidente del club de fans de Trump.

Si junto a todos estos Trump no me da la impresión de que formen un buen equipo; más bien, me parece un equipo de baloncesto de puras estrellas. No tienen una visión compartida del mundo donde vivimos y desconocen cuáles son las principales fuerzas que les dan forma. Su punto de partida son las conclusiones en las que Trump basa sus hechos.

Pero el hecho es que vivimos en un mundo que experimenta grandes avances en materia de tecnología, globalización, cambio climático y crecimiento poblacional, y es obligación del gobierno ayudar a más ciudadanos a prosperar y amortiguar los peores golpes. Mis conclusiones se basan en estos hechos.

En esta era, los líderes deben retar a los ciudadanos a comprender que se requiere más de ellos si quieren mantenerse en la clase media, que deben estar dispuestos a seguir aprendiendo toda la vida.

En esta era, prosperarán más los gobiernos que estén más abiertos al mundo (para que puedan ver las señales de cambio primero y así atraer a la mayoría de la gente que cuenta con un coeficiente intelectual alto y está dispuesta a tomar riesgos) y que además fomenten acciones empresariales radicales, ofrezcan redes de seguridad más resistentes como los servicios de salud y promuevan oportunidades de aprendizaje para todos los ciudadanos. Tendrán que ser de izquierda y de derecha al mismo tiempo. Estos gobiernos no se preocuparán por erigir muros, sino por preparar a sus ciudadanos para vivir sin ellos.

En esta era, los mejores líderes crearán relaciones de confianza con las élites y también con su pueblo, porque la confianza permite a los equipos moverse con rapidez y experimentar más. En esta era, para que Estados Unidos sea una potencia hará falta tomar decisiones difíciles e importantes, y ese tipo de decisiones solo se toman juntos. Además, en esta era en la que los cambios son tan rápidos, hasta el menor error de navegación del líder puede desviarnos muchísimo.

Con todo, es posible que esas administraciones de Trump nos sorprendan. Quizá los elefantes sí puedan volar. Pero puede ser que no.