EU perdió hegemonía mundial

LG | Un cambio de siglo no se define sólo por la naturaleza cronológica, sino por sus consecuencias histórico-políticas. Para el filósofo inglés Stephen Toulmin, por ejemplo, el siglo XX no inició en 1901, sino en 1910 cuando se empezó a registrar un giro civilizatorio. Asimismo, propuso que la centuria se extinguió tras la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, pues se daba paso a un nuevo escenario.

La llegada de Donald Trump al poder del país más poderoso del planeta, ha despertado esa misma perspectiva dejando entrever que sea probable que estemos entrando a una nueva era en las relaciones político, económico y militar.

Para Alberto Montoya Martín del Campo, presidente del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales(CEEN), la actual situación refiere más a un cambio histórico en el que se renueva el interés del sistema de hegemonías, donde tres de las potencias más grandes se están reacomodando en el orden mundial: Estados Unidos, Rusia y China. Todos ellos representan no sólo las economías más fuertes del orbe, sino las naciones más poderosas a nivel bélico y, por si fuera poco, con las extensiones territoriales más grandes y la producción y consumo más alta de recursos energéticos.

La energía es poder

Esta es la entrevista que este catedrático y experto en cuestiones estratégicas y materia energética concedió a Siempre!

Las recientes designaciones de Donald Trump en su gabinete muestran un giro hacia una política energética basada en los combustibles fósiles, Rex Tillerson al frente de la Secretaría de Estado, su admiración por Rusia y su abierto antieuropeísmo. ¿Cuál es el panorama que se observa en torno a esto?

El tema de la energía es naturaleza estrictamente geopolítica, no sólo es un sector económico. Al igual que la información, la energía es poder. Estados Unidos busca restablecer su hegemonía como primera y principal potencia. Este proyecto y la designación de Trump es el síntoma del momento de una relativa disminución del poder geopolítico estadounidense.

El problema de Estados Unidos es que después del periodo de la postguerra hasta la fecha el desarrollo económico de otras naciones ha modificado la correlación de poder en el mundo. El problema histórico para Estados Unidos es la emergencia de China, Rusia, la India y la Unión Europea, entre otras naciones importantes y significativas.

De aquí, el principal problema es China. Al término de la Segunda Guerra Mundial, la economía de Estados Unidos representaba el 50 por ciento del PIB del mundo. Hoy en día, lo ha reducido al 22-23 por ciento y China, que a partir del año 49 con el triunfo de la Revolución de Mao Tse Tung, inició un largo proceso de desarrollo que ha permitido con la transformación entre otros de Deng Xiao Ping hacia un capitalismo de estado que ha demostrado su superioridad ante el capitalismo corporativo financiero y capitalista estadounidense. China ahorra el 50% del PIB; Estados Unidos, el 19 por ciento. China invierte en formación de capital fijo 48% del PIB, EU, el 20%. China crece a tasas superiores al 6 por ciento y a veces más alto, mientras las tasas de crecimiento estadounidense son de 2 o 3 por ciento. Con estas cifras podemos ver que China ya representa alrededor del 17 por ciento del PIB mundial, creciendo a unas tasas en plazo muy cercano de uno, dos o tres lustros, puede hacer que el tamaño de la economía china sea equivalente al tamaño de la economía estadounidense. Esto modifica el peso geoeconómico de Estados Unidos en el mundo.

¿Cuál es la estrategia que busca Trump en este escenario?

Washington tiene un déficit fiscal del 19 trillones de dólares y al mismo tiempo representa el 40 % del gasto militar del mundo. Es una potencia que no tiene sustento económico para sostener su posición geopolítica mundial. Recordemos que Estados Unidos tiene 800 bases militares en el mundo, pero ya no tiene el sustento económico para mantener ese nivel de gasto. El gasto militar de Estados Unidos es aproximadamente diez veces el gasto militar de Rusia.

Por lo tanto, esta dinámica, que en su funcionamiento vincula a Estados Unidos y China, hace que éste último tenga una posición soberana en materia económica sobre el otro. Hay dos razones principales: una, China tiene un superávit al año de aproximadamente de 250 mil millones de dólares, Estados Unidos ha venido teniendo déficits comerciales que este año puedan llegar a 700 mil millones de dólares.

En consecuencia, este déficit comercial y superávit de China sobre EU le permite a Beijing comprar bonos del Tesoro estadounidense, de esa deuda de 19 trillones de dólares, más del 100% del PIB. Incluso en Estados Unidos se estima aunque no se conoce con precisión que China haya adquirido más de tres trillones de dólares en bonos del Tesoro, lo que quiere decir, que este excedente del comercio chino le permite contar con capital para prestarle a Estados Unidos, es decir, tener el gasto estadounidense en sus manos.

 

EU no puede con China

¿Podemos decir que la recuperación de la hegemonía de EU debe pasar por la destrucción de China?

Más bien podemos ver que hay una relación simbiótica: EU no le puede dictar a China el establecimiento de medidas de política económica, financiera, comercial o de tipo de cambio. Más aún, este nuevo poder económico emergente chino ha permitido que el Yuan esté considerado como una de las divisas con las que se hacen los intercambios en el Fondo Monetario Internacional y, por lo tanto, como una moneda en la reserva de los bancos centrales. Este es el problema histórico de Estados Unidos, pues no puede con China y no puede detener el crecimiento económico chino ya que es un crecimiento que, aunque está abierto a los procesos de inversión y comercio internacionales, está sustentado en su mayoría en el ahorro de la propia economía china; no depende del ahorro de otras economías. Lo que Trump pretende hacer es un fallido, y necesariamente destinado al fracaso, intento de restablecer una supremacía, económica, política y militar, que no se sustenta. Por otro lado, Rusia con Putin, ha recuperado la propiedad y el control del sector energético y de muchos otros más y con ello ha impulsado también su desarrollo tecnológico y militar.

 

México, una colonia norteamericana

¿En dónde queda México ante este devenir político-hegemónico?

México es objeto de una política de subordinación en la que la economía política mexicana está al servicio total de una economía corporativa financiera estadounidense que no tiene perspectiva. Estados Unidos busca por lo tanto convertir a México en una colonia económica y en una colonia política postmoderna. Esto quiere decir, un régimen de apartheid donde las inversiones, los productos, así como el control de la propiedad fluyen del norte hacia el sur, pero que elige una “barrera”, una muralla que impide que el trabajo y las condiciones sociales puedan ser o tiendan a unas condiciones de igualdad.  Estados Unidos necesita a México, México no necesita a Estados Unidos.

México dispone de recursos población, experiencia, infraestructura, instituciones, industria para satisfacer sus necesidades de alimentación, de energía, de abastecimientos industriales.

¿Entonces, cuál sería el reto o la estrategia de México a seguir ante la administración de Trump?

El gran dilema para México es restablecer un proyecto histórico de desarrollo propio en el que debe ser potencia económica, tecnológica e industrial por sus propios medios, no por empresas y corporaciones que no pagan impuestos en México en virtud de los tratado que impiden la doble tributación así como de otras series  de disposiciones fiscales o de mecanismos de pago y comercio intracorporación en el que es imposible ejercer la facultad y potestad del Estado de grabar dichos procesos económicos.

México entonces está bajo esta condición sometido en una posición en la que despojados de nuestros recursos por una contrarreforma constitucional regresa a la nación cien atrás en su reloj histórico a tiempos anteriores a la revolución y nos llevó al Porfiriato.

Con las modificaciones que se pretende hacer en materia de seguridad, de modificación del papel permanente de las fuerzas armadas para convertirlo en policía y en una policía ministerial investigadora y perseguidora de delitos; esto está corrompiendo la estructura del poder político y militar de la nación. En estas condiciones, esta situación nos regresaría a doscientos años atrás, en la medida que México entonces no tendría un régimen político con capacidad de autodeterminación de decisión soberana. Frente a esta condición, a esta necesidad de Estados Unidos, más que pretender obtener una reducción de las migajas de este proceso de desarrollo que sólo ha conducido a que México sea dependiente en 50 por ciento de la importación de alimentos de la canasta básica alimentaria y de los productos básicos y estratégicos que define la ley de desarrollo rural.

Esta es una economía política dependiente y frente a esta realidad México debe recuperar su propio proyecto económico, restablecer la rectoría del Estado sobre el desarrollo debe recuperar la propiedad, porque con la contrarreforma energética aprobada un 12 de diciembre y publicada el 22 de diciembre del 2013, la propiedad de los yacimientos y la apropiación  de la renta quedó entregada a intereses privados y extranjeros. Este proyecto es intrínsecamente inviable, no ha funcionado ni va a funcionar. Tres décadas y este inicio de año demuestran la irracionalidad a la que nos conducido esta política antinacional.