Países Nórdicos daran dos horas de trabajo para practicar el sexo

…” Artur Mas y Homs, más que héroes son figuras de guiñol”…
El País.

Por Regino Díaz Redondo, MADRID. – En los países escandinavos, Finlandia, Suecia y Noruega, quizás Islandia, estudian la forma para conceder a sus empleados dos horas para practicar el sexo. Tan brillante reivindicación sindico-empresarial no resuelve nada, inclusive perjudica al trabajador y lo condiciona a depender más y más de sus jefes.
¿Le preguntarán al hombre y a la mujer qué horas desean o irán cambiando de fechas entre semana para ajustar su desempeño y no interrumpir el trabajo? ¡Y si un día se enferma uno de ellos, podrán llamar a un suplente para que realice el acto previa auscultación médica!
Sería un complemento para una actividad que cada vez es menos privada.
O sea, tendrán que ponerse de acuerdo los dos para decidir cuál es el momento más fogoso del día y si su consorte lo puede acoplar a éste o difiere, lo que originaría un tropiezo en el camino a la libertad sexual controlada.
Eso sí, de ponerse de acuerdo, los obreros y las obreras, los empleados y empleadas, disfrutarán de un momento paradisíaco, merecido y de nueva generación.
El programa que se discute es averiguar qué distancia hay entre la empresa en que trabaja uno y la que trabaja el otro. Porque estar muy lejos en el camino se puede perder las ansias de recluirse en una habitación bien acomodada y con suma discreción.
Inmediatamente, surgirán hoteles para cumplir con esas normas y el cobro será según el nivel de ingresos de cada persona. Otro problema más: si ella es ingeniera y él empleado administrativo, las faenas son distintas. ¿Se imaginan que Marta López sale corriendo de su trabajo y para despedirse grita: “me voy a pasar un rato con mi pareja con el permiso de mis queridos jefes” …? ¡Qué precioso, verdad!, cómo avanzamos; la civilización tiene mucho que evolucionar y el futuro podría ser que los empleos de ambos sean en el mismo sitio para no perder tiempo en el trayecto.
En España ya empezó a escribirse sobre tan peculiar iniciativa. Eso sí, los cónyuges perderán intimidad porque no se puede anunciar un coito en voz alta. O cuando menos, no al principio, después será como si se fuera a limpiar los zapatos en la esquina.

Los ciento veinte minutos de dicha ¿serán suficientes para los jóvenes ardorosos? O, ¿no serán muchos para aquéllos que practican el vine, vi y me fui?, que es una gran mayoría de los habitantes del continente.
La medida tendrá que plasmarse en los contratos laborales como un inciso más de beneficio para las clases medias.
La duda sobre el buen éxito de este plan madura ya en la mente de los escandinavos y, tarde o temprano, se harán arreglos in situ para lograr el fin sin interrumpir la productividad de las grandes empresas.
Puede que, en un futuro, que no veré, se integre este asunto como parte de los Derechos Humanos del hombre y la mujer. ¡Y se instale con la aceptación de la ONU, la OEA, el FMI y las internacionales!
¿Habrá castigos contra los que no cumplan con su deber?
¿Incrementará la fertilidad? Los que no tengan ganas, ¿lo ocultarán para no pasar vergüenza ante sus correligionarios?
Los ciento veinte minutos a que tendrán derecho ¿les servirán también para robar un banco, irse de copas, a misa o hacer ejercicio? Quizás se instale en las afueras de las fábricas algún puesto de ventas de viagra, o cosas parecidas, para que el hombre y la mujer estén dispuestos en el momento que les apeteciera.

Nuestra civilización se sentirá orgullosa del paso dado e investigará qué hacer con las personas de mayor edad que no tienen la efervescencia de sus compañeros veinte y treintañeros.
Cumplir con la misión que les otorga el avance, tendrán que ser muy rigurosos para no perder el tiempo en cosas mundanas como comprarse una bicicleta.
Puede ser positivo el asunto si esas dos horas las cubren los mismos compañeros de trabajo, por lo que obtendrían un sobresueldo apetecible. Habrá algunos que en vez de ir a la habitación que le asignan se dedicará a hacer, por ejemplo, unas tortillas de patatas o comerse un bistec en la “Steak House” ¡que los hacen de maravilla ahí cerca!
Aprovecharía el gobierno para que los sustitutos en esas dos horas, sean considerados como empleos permanentes, que es su habitual preocupación. Pero los vivillos que nunca faltan caminarán satisfechos con el jueguito y se burlarán de él, pero entrarán al aro.
Es seguro que los implicados en este programa reciban trofeos y diplomas en donde se ensalza su cumplimiento inexorable de esta modalidad. Lo firmarán las autoridades y habrá Congresos de “beneficiado por las dos horas” al que acudirán miles y miles ciudadanos.

Las trampas en el lugar donde elaboran aumentarán de manera singular. Y no podrán pedir un trabajo si antes no se comprueba que tienen el documento al que me refiero. ¡Otro control más de la sicología de los mandamases!
¿Y qué haremos con la siesta? A lo mejor, acabamos con ella, porque dos horas de placer y cuatro de dormir en la tarde, son demasiadas. Papá vendrá a la casa más allá de las nueve de la noche y sanseacabó. Aunque los niños protesten porque lleva muy tarde.
El diccionario de la RAE dice textualmente que el sexo “es un conjunto de peculiaridades químicas, fisiológicas y orgánicas que dividen a los individuos de una especie en machos y hembras con adecuados procesos de conjugación”.

La innovación y el surrealismo se juntan, una vez más, en el camino y van del brazo. El costumbrista lo acepta por obligación. La gente joven, lo hace con ilusión.

Además, “es lo que hay”, como dice un señor de Murcia.

RDR