En México las cárceles están tan corrompidas como las calles

Apenas el jueves, 29 reos lograron huir de la cárcel de Ciudad Victoria, Tamaulipas, a través de un túnel que, presumiblemente, ellos mismos cavaron en sus ratos de ocio.

Por Manuel Mejido | Las cárceles mexicanas, donde se supone que los delincuentes deben pagarle a la sociedad por sus quebrantos a la ley, se caracterizan por el descuido, la corrupción y los privilegios que gozan quienes tienen el dinero suficiente para corromper a las autoridades.

La sobrepoblación y las evasiones grupales se presentan en las 359 cárceles que hay en el territorio nacional, incluidas las tres prisiones militares, las Islas Marías y el Centro de Rehabilitación Psicosocial. El total de reos es de 24 mil 455 internos, entre los cuales se encuentran 786 militares.

El complejo penitenciario de las Islas Marías es una muestra fehaciente del mal Gobierno porque es inconcebible pensar que unas paradisiacas islas que debieran ser explotadas turísticamente con hoteles de lujo y grandes desarrollos, se desaprovechen dándoles vacaciones pagadas por el Estado a los infractores de la ley.

Posiblemente la sobrepoblación en los penales sea el problema medular para el correcto funcionamiento de esas instalaciones porque la capacidad de admisión se encuentra rebasada por los prisioneros, lo cual conlleva a generar problemas de salud y de seguridad, falta de oportunidades para la mayoría de internos, de los servicios y de las actividades educativas, culturales y deportivas que ayudan a la reinserción de los reclusos.

Existen casos emblemáticos de cómo se manejan indebidamente las prisiones. En tal situación se encuentra “El Pueblito”, llamada así la cárcel de Tijuana, Baja California, porque en su interior sobreviven reos que forman un hogar, una familia, cumplen sus condenas pero no tienen ninguna posesión ni dinero que los respalde para dedicarse a una vida en la comunidad.

En cambio, en la mayor parte de los penales existe una sección VIP donde los reclusos cuentan con refrigeradores, pantallas de televisión, videojuegos, aire acondicionado y todas las comodidades que pueden comprarse estando en libertad.

Esos grupúsculos de confort funcionan a base de substanciosas mordidas de mucho dinero que los acaudalados reclusos obtuvieron de mala manera, antes de ser capturados, y que luego les sirven para pasarla bien tras las rejas.

EL GOBERNADOR QUE NO SABÍA DE LUJOS EN CÁRCELES

La más reciente muestra de la desvergüenza en el sistema penitenciario del país, la escenificó la suntuosidad con que vivía José Esparragoza, alias ‘El Negro’, que incluso organizó una gran fiesta de despedida en su cómoda celda un día antes de fugarse. Y todo esto le sorprendió al gobernador de Sinaloa, Quirino Coppel, como si esas evidentes prácticas ilegales se cometieran en Marte y no en Culiacán.

La deficiente distribución de los internos, que reúnen en la misma celda a asesinos con farderos, da como resultado el hacinamiento de colocar a 30 delincuentes en un lugar diseñado para cuatro. Hay casos en que los reos duermen de pie, amarrados a la pared y son conocidos como “murciélagos”.

En promedio, 139 presos se fugan al año de las cárceles del país, según información de la Comisión Nacional de Seguridad. En total, mil 117 reos se evadieron entre 2006 y 2013. En ese periodo hubo 171 fugas, lo que significa que seis reos lograron evadirse en cada huida colectiva, además hubo 63 intentos de fuga frustradas en los que participaron 143 reclusos.

La única fuga personal registrada en ese tiempo ocurrió el 11 de julio de 2015, cuando Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, logró su segunda evasión de un penal federal, construyendo un túnel de 1.5 kilómetros en el centro penitenciario de El Altiplano, en el Estado de México.

Como se recordará en 2001, “El Chapo” escapó de Puente Grande en Jalisco, convirtiéndose no solo en un ícono del narcotráfico, sino también en protagonista de series de televisión y películas de largometraje.

El Gobierno mexicano encontró la solución para que “El Chapo” ya no se fugara más de las prisiones mexicanas. Lo extraditó a Estados Unidos, donde espera su sentencia.

“EL CHAPO” UN EJEMPLO DE FUGAS

Tan sólo el año pasado hubo tres amotinamientos en el penal de Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León. El 14 de febrero tuvo como saldo 49 muertos y 12 heridos. El 1 de junio, tres muertos y 14 heridos y el 12 de octubre, un muerto y ocho heridos.

Con estas cifras que se dan a conocer a todo el mundo, nadie debe extrañarse que se nos considere en los países civilizados como una nación de bárbaros.

Las evasiones de importancia que trascienden las fronteras nacionales, se registraron una por cada año, a partir de 2009. El 16 de mayo ingresó un grupo armado al penal de Cieneguillas, Zacatecas, y liberó a 53 criminales. Hasta ahora, no han sido recapturados y continúan en libertad.

La mayor evasión en la historia de México ocurrió el 18 de diciembre de 2010, cuando 141 delincuentes escaparon de una prisión en Nuevo León. Se trató de 83 internos del fuero común y 58 del federal. Todos salieron por el estacionamiento donde huyeron a bordo de autobuses.

Para 2011, la fuga más importante ocurrió en julio, en Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde 59 personas sentenciadas lograron su objetivo y otras siete murieron en el intento.

Entre los objetivos del Nuevo Sistema de Justicia Penal está evitar el encarcelamiento mientras se lleva a cabo el juicio por delitos no graves. Sin duda es un gran logro, porque ladronzuelos de ocasión ocupan un espacio donde bien podrían estar exgobernadores o políticos que han defraudado a la nación. Sin embargo también representa la posibilidad de huida de importantes criminales que pudieron sembrar con billetes su camino a la libertad.

Además de la corrupción y el hacinamiento los privilegios, la  incapacidad y el descuido, según el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, realizado en 2015, las deficiencias detectadas se refieren a la clasificación entre procesados y sentenciados, hacinamiento, falta de actividades laborales, falta de seguridad, deficiente custodia, así como la prevención y atención de incidentes violentos al interior de las cárceles que no cuentan con suficiente guardia para prevenir o atender incidentes como riñas, lesiones, fugas, homicidios o motines.

Apenas el jueves, 29 reos lograron huir de la cárcel de Ciudad Victoria, Tamaulipas, a través de un túnel que, presumiblemente, ellos mismos cavaron en sus ratos de ocio.

A todas las desgracias nacionales derivadas de la corrupción y la incapacidad, debe agregarse en un lugar preponderante la inoperancia de los penales.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.