Arranca la carrera por la Presidencia

El presidente consumió el entusiasmo inicial con su gobierno en una serie de escándalos de corrupción y un aumento de la violencia a niveles récord. Analistas explicaron a Infobae por qué lo consideran un «gobierno fallido». Este 8 de septiembre comienza el denominado período electoral de definición de candidaturas para las elecciones del año próximo
Por Juliana Fregoso | A principios de 2014 el presidente mexicano Enrique Peña Nieto pasaba por uno de sus mejores momentos. Las reformas estructurales -principalmente la energética- iniciadas por su administración, llamaron la atención de los mercados internacionales e hicieron a todos pensar que el mundo se contagiaba de un Mexican Moment («El momento de México»).

México, su joven presidente y su guapa esposa, Angélica Rivera Hurtado -nombrada por el periódico alemán Bild como la primera dama más bella del mundo- estaban en todos lados.

El Presidente había asumido el 1 de diciembre de 2012, pero 2014 terminó siendo el año emblemático que marcó el inicio del fin de la luna de miel entre México y Peña Nieto.

Ahora, analistas consideran que el de Peña Nieto fue un sexenio perdido que terminó justo en 2014, año en el que se registraron en cascada una serie de hechos que dejaron al descubierto la incapacidad del Estado para solucionar situaciones de crisis.

En medio de la euforia, sucedió lo que los analistas llaman la primera masacre del gobierno de Peña Nieto: el 30 de junio de 2014, elementos del Ejército ejecutaron a 22 civiles en una bodega del municipio de Tlatlaya, en el Estado de México.

La respuesta fue tratar de vincular a los muertos con grupos criminales, pero el testimonio de una sobreviviente reveló como los militares habían ejecutado a los civiles, en su mayoría jóvenes, a pesar de que no estaban armados y de que ya se habían rendido.

El gobierno estatal trató de reservar la información, pero datos obtenidos por medios de comunicación vía mecanismos de transparencia revelaron que en el lugar se habían sembrado armas y que los cuerpos fueron movidos.

«La forma como se manejó el caso Tlatlaya fue el primer ejemplo de que la administración de Peña Nieto es fallida, no ha hecho nada y empeoró el panorama en el país», señaló a Infobae Guadalupe Correa Cabrera, investigadora invitada del Wilson Center, en Washington.

Semanas después, el 26 se septiembre, vino el caso por el que el actual gobierno será recordado: la desaparición de los 43 estudiantes de la una normal rural en Ayotzinapa, Guerrero.

Para muchos, este caso es el reflejo de lo que ha sido la administración del actual presidente mexicano: corrupción, incapacidad para resolver los problemas, uso excesivo de la fuerza, impunidad, desapariciones forzadas, violencia, represión y ejecuciones extrajudiciales.

Marcó también el inicio, por parte de la sociedad civil, de la búsqueda de sus desaparecidos ante la incapacidad y falta de disposición del Estado para hacerlo.

«Ayotzinapa es el emblema de la falla estructural del sistema de seguridad que si no se corrige vamos a terminar peor. El sexenio va a terminar como empezó: en medio de un baño de sangre y a lo mejor así empieza también el próximo», advierte Erubiel Tirado, coordinador del Programa de Seguridad Nacional de la Universidad Iberoamericana.

Los analistas coinciden en que lo se suponía sería una presidencia de seis años, se convirtió en una administración que acabó a los dos años porque «ya no hubo más. Sólo se empoderó un sector muy duro dentro del Ejército, policías, a burocracia dentro del área de seguridad que tiene altos salarios», dice Tirado.

La violencia detonada por los cárteles convirtió al país en un baño de sangre.

En la línea de salida

El próximo 8 de septiembre arranca oficialmente el periodo electoral de cara a los comicios presidenciales de 2018 en las que también se renovarán el Congreso y el Senado.

El país inicia la búsqueda de un nuevo mandatario en medio de su momento más cruento en décadas: durante el mandato de Peña Nieto se produjeron más de 100.000 muertes violentas y 30.000 desapariciones.

El primer semestre del año fue el más violento en 20 años. Para los analistas, éste es el resultado de la incapacidad y de voluntad de las estructuras de seguridad para resolver las cosas, pero también de la falta de crítica al interior del gabinete sobre lo qué se ha hecho, lo que no se ha hecho y lo que se ha hecho mal.

«Cómo explican que en medio de todo este despliegue del Ejército y La Marina existan territorios ocupados por el crimen organizado a los que no puede entrar nadie», cuestionó Tirado.

El caso de corrupción de la empresa brasileña ha cimbrado también a México.

«El de Peña Nieto es un gobierno fallido. México es un Estado fallido que no se conduce por las fuerzas legitimas sino por otros entes. Actúa con actores informales que suplen el papel del Estado, que comparten ése papel. Por ejemplo: ¿quién está cobrando impuestos? Pues los grupos criminales, con su derecho de piso. Es una muestra de la fragilidad del Estado.», afirma Correa.

Los analistas temen que el arranque del proceso electoral distraiga la atención de los problemas reales que tiene el país y en lugar de que quienes toman las decisiones se sienten a analizar lo que está mal para tratar de que el próximo sexenio heredé menos violencia. Lo más seguro, lamentan, es que toda la atención de los actores políticos y sociales se enfoque en las figuras que buscan la silla presidencial.

En el aire, apuntan, no solo quedan los casos Tlatlaya, Ayotzinapa o los miles de desaprecidos sino también temas como los presuntos casos de corrupción en el gobierno de Peña, que nuevamente salieron a relucir después de que el ex director general de la petrolera estatal (Pemex), Emilio Lozoya Austín, fuera acusado de recibir sobornos de ejecutivos de Odebrecht.

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