Adicción a Internet y las tecnologías

Por Maite Nicuesa Guelbenzu | ¿Por qué somos adictos a Internet? Las nuevas tecnologías son excelentes porque mejoran la vida de las personas. El problema surge a partir del uso nocivo que puede hacerse de Internet, un empleo negativo ante el que los más jóvenes son los más vulnerables, ya que se encuentran en pleno proceso de formación de la personalidad adulta y porque, para los adolescentes de hoy en día, el terreno virtual tiene tanta realidad como las relaciones presenciales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una de cada cuatro personas sufre trastornos de conducta vinculados con las nuevas tecnologías. En España, se calcula que entre un 6 y un 9 por ciento de los usuarios habituales de Internet podría haber desarrollado algún comportamiento adictivo.

Causas de adicción a las tecnologías

Las nuevas tecnologías representan para el adolescente una posibilidad de perderse en un mundo de fantasía para huir de la rutina cotidiana. De esta forma, se produce una paradoja: a través de las redes sociales y de Internet, los adolescentes no se muestran tal y como son en realidad, sino que muestran una imagen artificial de sí mismos (lo que muestra una baja autoestima).

La revolución tecnológica afecta de lleno a todos aquellos jóvenes que han nacido en la era virtual. Los adolescentes son los más vulnerables ante la adicción a las tecnologías.

Los cambios físicos y psicológicos que se viven en la adolescencia convierten al joven en una persona más vulnerable a nivel emocional. Por esta razón, el adolescente puede buscar en ciertos momentos la seguridad que le falta dentro de sí mismo en las tecnologías.

El entorno familiar también influye en los hábitos que adquiere un niño. Existen padres que olvidan que la televisión no es una niñera inofensiva que cuida de los niños, sino un entretenimiento que tiene que ser puntual y controlado por un adulto.

Por otra parte, en algunos casos, la adicción a las tecnologías puede estar causada por un problema previo que tiene que ser detectado. Por ejemplo, la falta de amigos y la soledad, puede llevar al joven a refugiarse en las tecnologías.

Son muchos los padres y chavales que se preguntan si están enganchados a la red y si eso les puede acarrear problemas de diversa índole. Estas son los síntomas o señales de alarma que os ayudarán a identificar si tú mismo o alguien de vuestro alrededor está sufriendo adicción a Internet, y qué soluciones puedes emplear para atajar el problema:

El joven se termina aislando de la familia, se encierra en sí mismo porque piensa constantemente en conectarse a Internet. Para solucionar este tema es positivo poner el ordenador en una zona común de la casa, por ejemplo, el cuarto de estar. Muchos padres cometen el error de ponerlo en la habitación del hijo, de esta forma, es más difícil que puedan saber qué hacen sus hijos en la red.

La rutina del joven cambia de tal forma que todo lo demás pasa a un segundo plano y su interés por Internet se convierte en el centro de su vida. Es importante ofrecer a los jóvenes valores pedagógicos en relación con el uso constructivo de Internet. Por ello, informa a tus hijos sobre lo importante que es proteger su vida privada evitando la publicación de fotografías personales en las redes sociales.

El carácter del afectado cambia, se vuelve irascible y sufre cambios bruscos de humor. Muestra menos interés por las relaciones sociales y se muestra ausente y distante en eventos de grupo. En estos casos, los padres tienen que hablar con el joven sobre esta situación para ayudarle a tomar conciencia de que algo no va bien. La comunicación mejora las relaciones familiares y la salud emocional de sus miembros.

Sufre ansiedad en caso de no poder conectarse a Internet y se comporta como si fuese una tragedia. El bajo rendimiento en los estudios es habitual en alguien que tiene adicción a Internet. Para prevenir este punto es positivo eliminar Internet de casa y mejor potenciar el uso de la enciclopedia como herramienta de consulta en los estudios. También es adecuado contar con un profesor particular para que apoye al adolescente en la asignatura en la que tiene dificultades.