Bloomberg predice que la pandemia dejará «cicatrices duraderas» en la economía global incluso tras la recuperación
De igual forma que algunos pacientes que superan el covid-19 tienen síntomas de larga duración, la economía global seguirá notando efectos negativos «una vez que se desvanezca el rebote en forma de V de este año», pronostica un artículo de Bloomberg.
Según la publicación, si bien los estímulos por valor de 26 billones de dólares y la llegada de vacunas han impulsado «una recuperación más rápida» de lo que muchos anticipaban, «el legado de la educación atrofiada, la destrucción de puestos de trabajo, unos niveles de deuda propios de periodos de guerra y las desigualdades cada vez mayores entre razas, géneros, generaciones y geografías dejarán cicatrices duraderas, la mayoría de ellas en las naciones más pobres».
Los efectos que «duran décadas»
El profesor asistente Vellore Arthi, de la Universidad de California en Irvine, que ha examinado el impacto económico y de salud a largo plazo de crisis pasadas, explica que, aunque «es muy fácil después de un año agotador, o de más, sentirse realmente aliviado de que las cosas hayan vuelto a la normalidad», muchos de los efectos que vemos históricamente a menudo «duran décadas y no se abordan fácilmente».
En total, la caída del producto interno bruto el año pasado fue la mayor desde la Gran Depresión, lo que equivaldría a 255 millones de personas en trabajos a tiempo completo, según las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo. Entretanto, los investigadores del Pew Research Center calculan que la clase media mundial se contrajo por primera vez desde la década de 1990.
«Volver al estándar anterior al covid llevará tiempo«, confirma Carmen Reinhart, economista jefe del Banco Mundial, al tiempo que recalca que las secuelas de coronavirus «no se revertirán» en muchos países.
De hecho, Bloomberg explica que no todas las naciones se verán afectadas por igual. Así, el Fondo Monetario Internacional considera que las economías avanzadas se verán menos afectadas por el virus este año y en el futuro, mientras que los países de bajos ingresos y los mercados emergentes sufrirán más.
¿»Una década de decepciones»?
El pasado mes de enero, el Banco Mundial advirtió en un informe que nos adentramos en «una década de decepciones en el crecimiento global» a menos que se tomen medidas correctivas. Los expertos consultados por la agencia matizan que no es necesario que se pierda una década si se toman las medidas políticas adecuadas, especialmente en las áreas de reconversión de las habilidades de los trabajadores y de apoyo a los más afectados por la crisis.
Sin embargo, Adam Posen, presidente del Instituto Peterson de Economía Internacional, advierte de la existencia de «una incertidumbre genuina sobre cuánto cambia el comportamiento de la gente en términos de patrones de consumo como resultado de esta crisis». Si las personas vuelven a «comer en restaurantes, realizar viajes de placer, hacer ejercicio en gimnasios», muchas de las industrias afectadas revivirán, pero también es posible que «los gustos de la gente cambien de verdad», en cuyo caso habrá más desempleo, a lo que se une el hecho nada reconfortante de «no hay una buena solución del Gobierno para eso», recalca.
Por otro lado, como la crisis ha acelerado el uso de robots, tanto en la fabricación como en la industria de servicios, millones de puestos de trabajo se verán amenazados, con importantes interrogantes sobre si se crearán suficientes empleos nuevos en el proceso. De hecho, según McKinsey & Co, más de 100 millones de personas en ocho de las economías más grandes del mundo pueden necesitar cambiar de ocupación para 2030, viéndose más afectados los menos educados, las mujeres, las minorías étnicas y los jóvenes.
Los efectos a más largo plazo también serán evidentes en el capital humano después de que la pandemia sacara de las aulas a niños y a los estudiantes universitarios durante un año en algunos países.
Finalmente, la forma de financiar una recuperación total será complicada por los 24 billones de dólares adicionales en préstamos que el mundo asumió en 2020, lo que eleva la deuda total a un nuevo récord de 281 billones, según el Instituto de Finanzas Internacionales.