Felices sueños

Gerardo Flores Sánchez

No sé qué impresión tenga Usted, pero parece que es moda quejarse de todo, de la inseguridad, de la política, del clima, de la situación económica, de los adolescentes, de la tensión del trabajo, de la pareja, de nuestros achaques, etc.

En especial con algunas personas toda conversación se torna un rosario o duelo de quejas.  Y aunque es saludable para mejorar nuestra vida personal, de pareja, familiar y social, señalar errores, indignarse y sentirse incómodo ante situaciones inaceptables para nuestra seguridad, ética, dignidad o libertad, todo exceso es perjudicial, porque ver sólo lo malo, definitivamente se vuelve casi una forma patológica de personalidad.

Tampoco es que especialmente nuestra época este en crisis, porque bien revisada la historia de la humanidad y de nuestro país, siempre ha habido crisis y precisamente son ellas las que obligaron a cambios radicales que hicieron evolucionar a la sociedad. Lo mismo se puede decir a nivel individual.
Entonces el enojo y la molestia intensa ¿es buena o mala y cómo distinguir una de otra? Aristóteles recomendaba ya hace más de 300 años antes de Cristo, que “…todos podemos enojarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado, eso no es fácil”.

Uno de los síntomas que de manera inequívoca indican que estamos rebasando el nivel de molestia física y emocional es la alteración del sueño. Puede ser en cantidad (horas de sueño) o de su calidad (despertar descansado con sensación de bienestar general).

No hay perfil del sueño que sea aplicable rígidamente a todas las personas, pues depende de la edad, el sexo, la ocupación y el estado particular de cada persona. No son iguales las necesidades de sueño de un bebé que las de un adulto mayor, de una mujer embarazada, de un ejecutivo, de un estudiante, etc. Sin embargo si hay límites fisiológicos que han sido bien estudiados y definidos por los científicos del sueño: los neurofisiólogos y neurólogos clínicos del sueño, que investigan y dan atención en laboratorios y clínicas o unidades del sueño ubicadas en hospitales y centros de salud de algunos países del mundo, como México.

Dejando a un lado patologías complejas de origen orgánico o fisiológico que afectan al sueño, podemos quedarnos para comentar solo las situaciones que alteran el sueño de las personas sanas. Y estas son las que representan el mayor porcentaje de la demanda de consulta en esas clínicas.

Si Usted es de las personas que sin mentir considera que sus problemas no le quitan el sueño, que duerme como un bebé, como si no debiera nada, entonces es un afortunado, porque en las sociedades modernas se estima que una de cada tres personas tiene problemas para dormir. Este es el mismo porcentaje de niños pequeños que padecen insomnio.

En nuestro país 35 millones de mexicanos tiene trastornos del sueño, 10% de ellos “ronca” o padece insomnio. De ellos 50 mil desarrollan patologías graves del sueño, que inclusive pueden comprometer su vida.

El número de horas recomendadas para dormir va de 7 a 8 horas en un adulto, pero varía hasta 18 hrs. para los bebés y hasta de 6 para los adultos mayores.

Los especialistas del sueño señalan que su calidad depende de lo que hagamos en el día, de modo que si quiere dormir como un bendito, lleve una vida saludable durante el día y yo diría que durante los días, semanas y años anteriores a la noche que se dispone a disfrutar de un sueño reparador.

Seguro que durmiendo como Dios manda, se irán quitando las ganas de quejarse por todo y aumentará la energía para construir la vida que nos merecemos.