Accidentes

Sergio Sarmiento

Nos preocupa mucho la violencia criminal… y con razón. Los homicidios enlutan a miles de familias mexicanas cada año; arrancan vidas humanas en flor y dejan un vacío que nunca se puede llenar.

No nos damos cuenta, sin embargo, que las muertes por accidente son muy superiores a las producidas por agresión. Si queremos realmente salvar vidas, mucho más lograremos si tomamos medidas para combatir el descuido y la irresponsabilidad. Es mucho más fácil disminuir las muertes por accidente que por homicidio. No hay razón para no actuar de inmediato.

Apenas ayer una “salchicha” de gas se desprendió de un camión de doble remolque en la autopista México-Pachuca, en el municipio de Ecatepec, y se impactó con unas viviendas. La explosión y los subsecuentes incendios dejaron un saldo de 20 personas muertas y decenas de heridos tanto en la comunidad de Santa Clara como en la de San Pedro Xalostoc.

El 15 de marzo se registró otra dramática explosión en Jesús Tepactepec, municipio de Nativitas, Tlaxcala. Hasta la fecha han fallecido 22 personas por ese accidente provocado por descuido en el manejo de material pirotécnico.

Los accidentes son, según el INEGI, la cuarta causa de muerte en nuestro país, solamente después de las enfermedades del corazón, la diabetes y el cáncer. Tan sólo en 2011 murieron en accidentes 36,694 personas en México, de las cuales 16,612 perdieron la vida en percances de tránsito. En contraste, 27,213 murieron en agresiones.

Mucha gente está convencida de que los accidentes son inevitables. La experiencia nos demuestra, sin embargo, que la enorme mayoría pueden prevenirse con un poco de cuidado o con la aplicación de protocolos razonables de seguridad.

El que el transporte que provocó la tragedia de ayer en Ecatepec haya chocado primero con una barra de contención y su segundo remolque haya salido disparado para impactarse en las casas sugiere que el vehículo se movía con exceso de velocidad. Casi todos los accidentes de tránsito, de hecho, se deben a la velocidad, al consumo de alcohol, al cansancio que duerme al conductor o a la mala condición mecánica de los vehículos. Todas estas causas son eminentemente prevenibles.

En el caso de las explosiones de Jesús Tepactepec, la negligencia empezó desde el momento en que se manejaron, prepararon y almacenaron explosivos en locales sin el acondicionamiento debido. De hecho, son innumerables los pueblos y las iglesias del país que siguen utilizando cohetes para festejos religiosos a pesar de que las consecuentes explosiones provocan grandes cantidades de muertes.

Parece que es más importante tronar cohetes que preservar la seguridad de los fieles en las fiestas religiosas. En el caso del incendio de la guardería ABC de Hermosillo del 5 de junio de 2009, el que la Secretaría de Finanzas de Sonora haya establecido una bodega de papeles en un local sin el acondicionamiento necesario fue el detonador de la tragedia.

Basta ver la manera en que se conducen los vehículos de motor en nuestro país, sin respeto a las reglas más elementales de tránsito y convivencia, para darnos cuenta de por qué, según la Organización Mundial de la Salud, México registra 78 muertes de tránsito por cada 100 mil vehículos mientras que Estados Unidos tiene 15, Canadá 13 y Suiza 7. Miles de mexicanos mueren todos los años simple y sencillamente porque somos negligentes y no nos atrevemos a aplicar reglas razonables de precaución. La consecuencia es que en este país nuestro, en el que tanto miedo tenemos a la violencia criminal, es mucho más probable que muramos de un accidente que por un ataque criminal.

Twitter: @sergiosarmient4