La familia Trump se adueña de la Convención Republicana

El presidente trata de tapar el silencio de las estrellas del partido conservador -y el desdén de su hermana y su sobrina- con un espectáculo familiar que daría envidia al mismo Kim Jong-un. El Partido Republicano parece cada vez más el Partido Trumpista

La Convención Nacional Republicana, que culmina este jueves con la gran noche de Donald Trump, debería haberse llamado la Convención Nacional Trumpista. Nada queda de ese “Great Old Party” de Abraham Lincoln, Dwight Eisenhower o Ronald Reagan. Las figuras que aún militan en el bando conservador moderado, o guardan silencio y rumian su descontento en voz baja, como el expresidente George W. Bush; o lo critican abiertamente, como el excandidato presidencial Mitt Romney; o directamente anuncian que votarán por el demócrata Joe Biden, como el exsecretario de Estado Colin Powell o el exgobernador de Ohio, John Kasich.

Trump no sólo tiene en mente ganar las elecciones este 3 de noviembre y quedarse en la Casa Blanca cuatro años más (aunque el primer día de la Convención sugirió que querría doce años más); su estrategia es la de matar ese “conservadurismo compasivo” que defendía Bush y que el actual mandatario considera despectivamente como una debilidad.

Y quien mejor que uno de sus cachorros para extender la ideología trumpista. Esta es la verdadera causa de que su familia domine la convención republicana, mientras el resto de pesos pesados del partidos se dedican básicamente a aplaudirles. El sueño del magnate populista neoyorquino es perpetuarse en el poder, y si no puede ser él, que sea uno de los suyos.

¿Melania? No, gracias.

La idea de una primera dama que siga los pasos de su marido es una constante desde los tiempos de Eleanor Rossevelt. Hillary Clinton estuvo a punto de conseguirlo hace cuatro años y el coro de voces que pide a Michelle Obama que se meta en política crece por día (su discurso de apoyo a Biden fue el más comentado y el más elogiado de la Convención Demócrata de la semana pasada). Pero no hay más que repasar los videos de Melania mirando con cara de asco a Trump o negándole la mano para que quede descartada. Tampoco la exuberante primera dama parece tener una mente brillante, aunque sea para mentir tan bien como lo hace su marido.

En cualquier caso, Melania tuvo sus cinco minutos de gloria con un discurso insulso desde la Casa Blanca, en el que dijo que su “marido no pierde el tiempo con politiquerías”. Tiene razón, lo pierde jugando al golf, mientras el país enfrenta una crisis pandémica, económica y de violencia racial.

Más Trumpista que Trump

El mejor posicionado es su primogénito, quien, además, llevaría su nombre y apellido, en caso de que un día fuera también presidente.

La primera noche de la convención republicana fue poco menos que la plataforma de lanzamiento de Donald Trump Jr como futuro “presidenciable” del Partido Trumpista. En un discurso cargado de mentiras y de inusitada dureza contra Biden, aseguró que el candidato demócrata “quiere convertir Estados Unidos en Venezuela” y que, de ganar “va a acabar con nuestra libertad de expresión”.

Convendría recordarle que, de los dos candidatos, el único que ataca diariamente a la prensa y amenaza con censurar las redes sociales, y el único que ha dicho abiertamente que no le importaría “sentarse a dialogar con Nicolás Maduro”, es su admirado papá.

Pero Trump junior tiene un rival: su novia.

La mujer de rojo

Embutida en un traje rojo pasión, Kimberly Guilfoyle, presidenta del comité financiero de la campaña de Trump, exconductora de Fox News y novia de Trump Jr., hizo el martes una entrada triunfal en la convención con discurso apocalíptico si ganan “los socialistas”.

“No importa donde vivas. Quieren destruir este país y todo lo que apreciamos y por lo que hemos luchado. Quieren robarte tu libertad, tu autonomía, quieren controlar lo que ves, piensas y crees para poder así controlar la manera en que vives”. Como escribió “The New York Times”, al final elevó sus dos brazos, en la pose clásica de Eva Perón inmortalizada en Evita. Trumpismo populista en estado puro.

Si yo fuera Ivanka, la hija favorita de Trump, a la que nombró asesora presidencia (basado en nadie sabe qué méritos), empezaría a preocuparme seriamente. Ella y su yerno Jared (también asesor presidencial y ambos igual de sosos) tienen sólo su oportunidad de lucirse este jueves, antes de que hable papá.

Las rebeldes de la familia

Cabe añadir que, como en toda familia, hay siempre versos sueltos, como Eric Trump, en problemas tras ser llamado a declar por un un fiscal de Nueva York; o Tiffany Trump, la “hija rebelde” que tuvo la desfachatez de apoyar las protestas contra la brutalidad policial contra los negros, aunque fue finalmente fue perdonada y tuvo de premio un video grabado en el que pide el voto a su padre.

Pero, para traidores, la sobrina del presidente, la psicóloga Mary Trump, una celebridad desde que dijo en un libro que su tío está mentalmente enfermo, y la hermana mayor del mandatario, Maryanne, quien, sin saber que estaba grabada, le atacó por su crueldad con los niños migrantes o su incompetencia para gobernar.

No se equivocan Mary o Maryanne, pero, como dijo Trump, qué más da lo que digan, porque lo que está en juego no es gobernar mejor o para todos, sino hacer que Estados Unidos sea más trumpista que nunca.