México no solo es trampolín de la droga, también es alberca

Manuel Mejido | Quiérase o no reconocer oficialmente que “la guerra” contra el narcotráfico y el crimen organizado está perdida mientras se sigan utilizando los mismos sistemas corruptos y las mismas Policías incapaces de combatir el trasiego de drogas que son básicamente lo que provoca la inseguridad en todo el país.

Mientras en México se murmura en círculos oficiales o ciudadanos sobre la gravedad del cada día mayor número de actos criminales, secuestros y asesinatos, organizaciones universales como la Junta Internacional de Fiscalización y Estupefacientes de las Naciones Unidas, publicitan el rostro oculto de la realidad nacional, colocando al país entre los primeros lugares de la corrupción y la delincuencia organizada.

Los Gobiernos nacionales pretenden “tapar el Sol con un dedo” o tomar “la actitud del avestruz enterrando la cabeza”, pero no consiguen ni lo uno ni lo otro porque el pueblo, aunque no tenga los medios televisivos, radiofónicos o editoriales con que cuentan los políticos, conoce de cierto lo que es la inseguridad, el secuestro, el robo, las violaciones y toda la cauda de delitos que permanecen impunes.

Por más discursos sobre el avance de los militares y las Policías en la lucha contra el narco no se puede encubrir la realidad donde un asesinato violento es visto como parte de lo cotidiano, cuando debería ser un asunto de excepción. El incremento de la saña y la frecuencia con que ocurren los homicidios, diariamente son superados.

El hampa no se conforma con robar, matar o secuestrar, sino que se embelesa en decapitar a sus víctimas y exhibirlas como si fueran piñatas en la gran fiesta del crimen mexicano.

De todas las muertes, ninguna se aclara y los desaparecidos son ignorados. Siguen en el olvido mientras las lágrimas de las esposas, familias e hijos de las víctimas riegan el país y sus voces claman por una justicia que no encuentran.

TORTURA, VIOLACIONES Y ASFIXIA COMETIDAS EN EL PAÍS

El dinero para sostener las operaciones criminales de los pandilleros sale del narcotráfico y la condescendencia se les compra a las autoridades.

Nils Melzer, relator Especial de Naciones Unidas contra la Tortura, la semana pasada publicitó a los cuatro vientos que en México las Fuerzas Policiales realizan “de forma recurrente actos de tortura, malos tratos, violaciones, asfixia y descargas eléctricas.”

El activista de la ONU sostuvo que la práctica de la tortura y los malos tratos son generalizados y son perpetrados por “las Fuerzas de Seguridad y agentes de Investigación comúnmente usada para la obtención de confesiones o como método de castigo”.

Las conversaciones callejeras, en el café y, por desgracia ya, al interior de los hogares hablan de los diversos métodos policiacos como lo hace Melzer con gran familiaridad. Se refieren con tranquilidad esas conversaciones a la asfixia, la violencia sexual, las descargas eléctricas, las amenazas de muerte, palizas y tortura sicológica con las que los agentes policíacos disfrutan de su poder sobre los delincuentes, cuando no son sus aliados.

Según William Brownfield, jefe de las Operaciones Antinarcóticos del Departamento de Estado de Estados Unidos, declaró ante representantes de la prensa de varios países que “la corrupción, el contrabando de dinero en efectivo, el secuestro, la extorsión, el robo de petróleo y combustibles, las violaciones de derechos de propiedad intelectual, el fraude y el tráfico de personas y armas de fuego son fuentes de fondos adicionales para el ‘lavado de dinero’ en México”.

Toda esta realidad que se ventila abiertamente entre los Gobiernos del mundo sobre lo que está ocurriendo en México es en la que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se apoya para decir que los inmigrantes indocumentados son criminales, asesinos, violadores, asaltantes y pandilleros.

EN EL PAÍS SE COMETEN CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD

A pesar de lo que digan las autoridades nacionales, no hay, o por lo menos no se sabe que las haya, investigaciones imparciales e independientes, porque todos son mecanismos de la justicia que tienen fuertes vínculos con la impunidad que prevalece en el país.

José Antonio Guevara, director ejecutivo de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos señaló que en el país “se cometen crímenes de lesa humanidad bajo responsabilidad de las Fuerzas Militares y de Seguridad en el contexto de lucha contra las drogas”.

Claramente señaló que el plan de torturar es viable por la ausencia de investigación y castigo y porque no hay voluntad de las autoridades de llevar a juicio a los autores de esos crímenes.

Todas las corruptelas que ocurren en México solamente se señalan en su justa dimensión en el extranjero, porque aquí se ocultan de tal manera que parece haber, especialmente entre los medios de comunicación electrónicos, una siniestra alianza con las autoridades para encubrir la violencia desatada desde hace algunos años.

Estados Unidos, que tanto critica a México con razón, no tiene cara con qué hablar porque en su base naval de Guantánamo, supuestamente rentada a Cuba por la fuerza, se tortura a los prisioneros que llegan después de ser secuestrados o capturados de otra manera.

En Guantánamo no hay nada que impida la tortura ni el secuestro ni posibles casos de muerte entre los reclusos, que son convenientemente ocultados en nombre del secreto militar.

Actualmente puede afirmarse que México es el país en paz, que todos los días cosecha muertos en una guerra no declarada entre el hampa corruptora y autoridades corruptas, y siempre complaciente con Estados Unidos.
MÉXICO ES TRAMPOLÍN Y ALBERCA DE LA DROGA

Antes se decía que México era productor de mariguana. Naciones Unidas informa que se convirtió en el principal paso de drogas de todo tipo pero, también, en un importante consumidor.

La ONU indicó que la mariguana es la droga de mayor consumo entre los países de América del Norte: México, Estados Unidos y Canadá.

Sobre el caso mexicano, según cifras del 2014, el consumo de marihuana entre estudiantes de secundaria fue de 11.6 por ciento en las zonas urbanas y en zonas rurales fue del 5.2 por ciento de los estudiantes, cifras por debajo de las reportadas en Canadá o Estados Unidos.

Naciones Unidas también estimó que el consumo de cocaína entre adolescentes que cursan la secundaria en México, es similar a las cifras registradas en Estados Unidos.

Ahora México, además de trampolín de cocaína, estupefacientes y mariguana, también es una gran alberca y uno de los países con mayor producción de metanfetaminas.

En Colombia bastaron los Gobiernos de dos Presidentes honestos para echar del sistema el dominio del narcotráfico y recuperar la seguridad y confianza de los ciudadanos.

Colombia fue el país que registró el mayor decomiso de cocaína en el mundo de 2009 a 2014. En el mismo periodo, México solo logró el ocho por ciento de los aseguramientos de drogas a nivel mundial.

A veces resulta cínico que políticos, intelectuales, medios de comunicación y, en general la sociedad mexicana, se asombre de las barbaridades que dice Donald Trump cada vez que abre la boca, cuando la propia ONU es la que surte al mundo de las cifras de todo lo referente a las bandas delincuenciales que operan a lo largo y ancho del planeta y es parcialmente en México.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.