Merkel, la única defensora de las políticas actuales de migración

“… La crisis pasó. Retroceso de eso que llama mi enfermedad.
Mi relato avanza. Sigo pensando en él.
Reconstruir una época y su densidad a partir de esas cartas dispersas…”
Respiración Artificial – Ricardo Piglia

Por Regino Díaz Redondo, MADRID. – ¡Por favor, doña Ángela, gane las elecciones este año y permanezca como canciller! Quédese para frenar a tanto descerebrado que circula, triunfante, por EU. Recuerde que a usted le endilgó alguna de las tantas paparruchadas incoherentes y tontunas que hacen reír si no fuera Donal Trump el que se mofa del resto del mundo junto con los halcones que lo rodean tan serios como si estuviesen en una funeraria.

No se vaya, insisto, porque hay jefes de gobierno, sí, aquí en Europa que han empezado a dar la callada por respuesta y están dispuestos a avalar lo que haga diga y ordene Trump.
Don Mariano Rajoy, el hombre más plano que una pista de hielo, no ha declarado nada que lo involucre mínimamente en la defensa de los derechos humanos como es su costumbre.

La derecha está, también, preocupada. No la ultraderecha que es feliz y disfruta. El ala ultra blanda del PP se frota las manos y se reúne en pequeños ambigús para festejarlo.

He visto, por ahí, en un acto público, y juntos, a María San Gil, Esperanza Aguirre, Rafael Hernando, el inefable y simpático; Rafael Catalá, Fátima Bañes y Jaime Mayor Oreja, entre otros, dando brincos por las esquinas con una espléndida sonrisa.

También hay diarios que festejan la victoria de Trump: La Razón y ABC. Los infinitos diarios digitales — ¿cuántos habrá? —son de todos los colores y TVE (la que sufragamos todos), siempre sesgada y pesimamente dirigida se lleva la palma.

Es inmune a los acontecimientos que puedan molestar al gobierno y, por tanto, se abstienen o no tocan el asunto mientras no reciban una orden concreta y siempre conservadora.

A juzgar por la revolución social, iniciada por la crisis en 2008, la transformación del sistema empieza ahora una carrera vertiginosa. Ni quien la detenga.
Como pasa siempre, el cambio comienza con apretujones de los ultras que intentan salvarse, adoptan medidas restrictivas y aprueban leyes contra la libertad de las personas.

Son éstos los estertores de la vieja guardia, elitista, que pasea en Rolls Royce y brindan con champaña.
Con inmensos caudales, a veces desconocido hasta por ellos mismos, los emplean para presionar al “populismo” (así lo llaman ellos) y descalifican, aunque sobornen, compren o dirijan a la gente que aguanta la vara. Después sin conseguir su propósito, participan en reuniones maratonianos con sus hermanos en la riqueza, así ya, un poco desesperados, buscan formulas mágicas para combatir el grito salvador de los necesitados.

Pero como eso de los magos es truco, en ese caso también fracasarán.

Y, en el momento en que comprendan que han sido derrotados, buscarán a los representantes de los que llaman peyorativamente populistas, para perder lo menos posible.

Por cierto, que los protagonistas del cambio en España encabezados por Felipe González y Alfonso Guerra, declaran que esos alborotos solo descomponen y producen más miseria.

El último en anunciarlo en público fue Guerra que, además, tenía un gran cacle que lo vitoreó.
Sin embargo, todavía en esta península, hay gente pensante, con valores morales reconocidos, con prestigio, que contrarresta el envite del neo-socialismo que idolatra el stablisment.
En verdad que, si antes no se descompone, Pablo Iglesias, Iñigo Errejón, Carolina Bescansa, entre otros, (de una u otra forma afines a Podemos) serán la verdadera y real alternativa gestora de la actual nueva democracia.

Manuela Carmena, Ada Colau, Mónica Oltra, Teresa Rodriguez, en Andalucía, Joan Baldoví, en Valencia, Jose Maria González Santos (Kichi), Julio Ferreira, y otros más que se escapan a mi memoria, han creado un nuevo camino progresista (¿?) en las ciudades que gobiernan y serán el futuro de sus ciudades si no ocurre un cataclismo.

Ellos están conscientes de que España tiene que transformarse en un sentido más humano y menos desigual.
Es así como podremos evolucionar y enorgullecernos de ser parte de la UE donde en estos momentos no pintamos nada, cero a la izquierda, invisibles, participamos en las reuniones y ni quien nos haga caso.

Todo ello nos ha ayudado a convertirnos en el bastón de apoyo a unos dirigentes del consorcio cuya imagen es la de la felicidad cuando se reúnen en los amplios y lujosos salones de Bruselas.

Nos catalogan como nación “complementaria” sujeta a ejecutar lo que digan sin rechistar. Para la oligarquía que encabeza Jean Claude Juncker, sólo nos toman en cuenta si apoyamos las iniciativas elaboradas siempre por un grupo selecto en el que no entraremos si no hay un cambio de política y hasta de gobierno.

El devenir de los 28 países (pronto seremos 27) de la UE, sobrevive mal porque hay naciones dedicadas a acatar lo que salga, ayunos de ideas, que sólo crean tres países hegemónicos del continente.

Este será un año importante, muy importante, si fracasamos y se mantienen las políticas económicas de Mariano, sin una oposición firme, habrá que desarrollar una revolución ideológica y tener un poco más de paciencia.

Articulo Exclusivo Revista Online Enlagrilla.com