Inmaduro triunfo

Sergio Sarmiento

La sorpresa no fue el triunfo de Nicolás Maduro sino su estrechísimo margen. Otra sorpresa fue que el candidato opositor, Henrique Capriles, quien apenas el año pasado reconoció una derrota frente a Hugo Chávez, exigió en esta ocasión un recuento voto por voto.

Se suponía que Maduro se beneficiaría este 14 de abril de un voto de simpatía por la muerte de Chávez y la abrumadora cobertura informativa de los funerales del ex presidente. También lo favorecía una flagrante inequidad electoral.

Según la organización Monitoreo Ciudadano, durante la campaña de sólo 10 días Maduro recibió una cobertura informativa de 65 horas, esto es, seis horas y 32 minutos al día, nada más en el canal estatal Venezolana de Televisión. Capriles debió conformarse con sólo 23 minutos en total, o sea dos minutos y medio al día.

El gobierno y la paraestatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) utilizaron recursos públicos para apoyar a Maduro. Un artículo publicado por el periódico venezolano El Nacional detalla cómo los trabajadores y empleados públicos fueron obligados a promover el voto por el candidato del gobierno.

Las ventajas de Maduro contrastan con la estrechez del triunfo. Si en las elecciones del 7 de octubre de 2012 Chávez derrotó a Capriles por un margen de 10.76 puntos porcentuales, este 14 de abril la ventaja del candidato oficialista fue de apenas 1.59 puntos.

Capriles exigió un recuento voto por voto porque dijo que se habían registrado cientos de irregularidades en la votación. La verdad es que ante el control gubernamental sobre el Consejo Nacional Electoral y los tribunales, lo más seguro es que el triunfo de Maduro sea ratificado. Pero al nuevo gobierno le tocará pagar un precio muy alto por el legado de 14 años de mala administración económica de Chávez.

Más que nunca la economía venezolana se ha petrolizado. Los altos precios del crudo le dieron a Chávez cientos de miles de millones de dólares en dinero para gastar, los cuales en buena medida se desperdiciaron en proyectos no productivos. Chávez mantuvo, por otra parte, una campaña sistemática para destruir o cuando menos desmotivar la inversión privada a través de expropiaciones arbitrarias y controles gubernamentales.

La inflación supera el 20 por ciento al año aun en las cuestionadas cifras oficiales. Los controles de precios han generado escasez de productos básicos.

El valor del bolívar se ha desplomado en los mercados cambiarios.

El gobierno venezolano ha gastado enormes cantidades de dinero para comprar el respaldo de los ciudadanos. La gasolina en Venezuela es la más barata del mundo.

Según el Banco Mundial, en 2010 el precio del combustible era de 2 centavos de dólar (alrededor de 25 centavos mexicanos) por litro. Con el desplome cambiario del bolívar, el precio se ha reducido todavía más. Sería más barato para PDVSA regalar la gasolina. El costo para el erario es de más de 20 mil millones de dólares al año, lo cual es una verdadera tragedia para un país pobre como Venezuela.

Los programas sociales son enormes y costosos. Es verdad que han ayudado a reducir la pobreza en el país, aunque en una medida similar a la de otros países de Latinoamérica. Han dejado, sin embargo, una deuda enorme y una economía en la que muchas veces es más conveniente recibir dádivas oficiales que trabajar.

Quizá sea mejor que el sucesor personalmente seleccionado por Chávez enfrente las consecuencias. El problema es que entre más tiempo transcurra sin una corrección, mayor será la carga que hereden los venezolanos.

ATENTADO

Una vez más la violencia reaparece en un atentado mortífero en los Estados Unidos. Nadie se ha adjudicado hasta el momento de escribir estas líneas la responsabilidad de las explosiones del maratón de Boston. Pero el ataque ratifica que no hay forma de impedir atentados cuando un grupo suficientemente motivado decide llevarlos a cabo. Las medidas de seguridad sólo tienen resultados parciales y temporales.
Twitter: @sergiosarmient4